martes, 2 de noviembre de 2010

Que si una semilla no muere no puede dar fruto, es una idea que se ha arraigado profundamente en mi mente . Pero en la muerte hay dolor, no tanto para quien la sufre sino para quienes viven la pérdida.

El proceso de muerte de una estructura para dar vida a otra es un suceso de dimensiones épicas. Para qué explicar que, si es difícil dejar una estructura, es más difícil que la estructura nos deje.
Otro punto es cómo, el mundo en que vivimos, tiende a la entropía (tendencia el desorden) y hay que esforzarse por producir sintropía (la unidad y el orden). Aunque estos son términos un poco complicado de entender, es mejor sólo pensarlo como "lo que nos separa" (entropía) y lo que nos hace uno (sintropía). Es obvio que lo que nos une es Cristo, eso es lo que decimos, pero no es lo que comunicamos. Lo que comunicamos es que, lo que nos une, es la estructura a la que denominamos "iglesia". Este choque entre lo que decimos y mostramos es un factor determinante del por qué parece que la Iglesia no avanza como debiera. Esta hecho ya lo había hecho notar Jesús:

"Una casa dividida contra sí misma, se derrumba."

Aunque esta frase parece un poco exagerada, no es exagerada la importancia que dan los "líderes espirituales" a "servir el Reino", igualando el Reino con la iglesia local en vez de igualarlo al reinado de Jesús en la tierra o a Jesús mismo.

En nuestra historia, aunque nos separamos para multiplicarnos, el amor a Jesús y la misión de mostrar a los demás el amor de Cristo a través de nuestra vida en relación con quien no le conoce, hizo que el miedo inicial de terminar de ser una congregación tradicional de domingo disminuyera y, el deseo de poder ser de influencia en los entornos en donde vivimos, nos inspiró lo suficiente como para dar el paso que, hace mucho tiempo atrás, debimos dar.

¿El próximo problema con que tuvimos que lidiar? Llegar a ser una iglesia tradicional, pero en nuestros entornos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Nos reunimos por casi un año y algo en el mismo lugar, la mayoría de las veces, a la misma hora y, siempre, haciendo las mismas cosas. Eso nos mató. Nuestro objetivo era "compartir el evangelio", que las personas "fueran salvas", pero nunca supimos que pasaba a nuestro alrededor. La gente estaba cayendo, no había una finalidad que teviera que ver con las personas, las cosas se hacían porque se tenían que hacer y, para nuestra decepción, empezó a suceder lo mismo que en el lugar de donde salimos.

¿Cuál era la solución? ¿había alguna?

Las cosas deben destruirse para poder rehacerlas completamente. Incluso, se debe limpiar el material con el cual fueron hechas para volver a reconstruir algo puro. Eso fue lo que hicimos. Una reunión, una palabra y una determinación en la cual no había acuerdo ¿Cómo nos vamos a separar? ¿Qué significa eso? ¿acaso se puede crecer cuando una parte del cuerpo está separada? Eran preguntas válidas, preguntas que tenían que ver con prejuicios, con costumbres y con visiones y paradigmas, formas de ver el mundo, que se nos había enseñado. Pero el asunto era el siguiente: cambiar o morir. Y de una forma morimos, y de una forma esa muerte nos cambió.

Ya no hubo viajes a otros lugares para asistir a la congregación. Hicimos eco de que la iglesia no es "dónde" sino es "quienes". Eso nos ayudó. "Que la gente sea transformada por el amor de Cristo" fue la conclusión, y no sólo quien no conoce a Cristo, sino también quien lo conoce y debe seguir su transformación.
"Equipando a la congregación con el conocimiento necesario para trabajar social y culturalmente en el entorno del cual venimos" fue la forma de hablar de nuestra misión... digamos que este fue el principio, la primera parte del proceso...

sábado, 1 de agosto de 2009

Está bien, creo que me equivoqué, estar dentro de la voluntad de Dios no es el lugar más seguro donde podemos estar; estar dentro de la voluntad de Dios es ser vulnerable. Ser vulnerable no es estar seguro, es depender , es confiar y sólo comenzar a entender lo que la fe significa. Tal vez la palabra "seguridad" quede eliminada de mi diccionario por un tiempo, hasta cuando pueda encontrar un significado más profundo que, simplemente, estar tranquilo. Como dice Erwin McManus "La fe junto con la seguridad es una paradoja".

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Tal vez el error más común es querer adoptar un modelo, es querer poner la armadura de un hombre de 2.20 mts (o tal vez de 1.10mts) a alguien que nunca ha usado una. A nosotros nadie nos obligó a hacerlo, simplemente lo hicimos, porque no sabíamos ninguna otra forma de pelear. Ya sé, lo más probable es que esta metáfora esté muy manoseada y lo mejor sea crear otra, algo como hablar de una novia que se casa en el vestido tradicional, ya sea porque cree que es la única forma, o porque la tradición la obliga a ciertas convenciones. Una cosa es cómo la forma del ritual, pero la otra es preguntarse cuál es el centro de la boda. Ella sabe que quiere, simplemente, compartir su promesa y derramar su alegría con sus amigos y familia. Pero no, su mente, las personas, el medio, insisten en que la novia se vista con el mismo traje que todas usan. La belleza consiste en la individuación, en ser único, tener una etiqueta de "hecho a la medida" y no ser parte de una colección en la que todos son iguales. Aún hay esperanza, es posible el arte en medio de la reproducción técnica. La vida plena es una vida bella en cuanto a única.

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Ingredientes:

1.- Pastor
2.- Predicador (que tal vez es el pastor)
3.- músicos (en plural, en el mejor de los casos)
4.- Líderes ministeriales (de jóvenes, de damas, de hombres, de ancianos, de niños, etc.)
5.- Ministerios (evangelismo, discipulado, escuela dominical, grupo de jóvenes, misericordia, etc)
6.- Dinero
7.- Gente

Instrucciones de elaboración:

Ponga todos los ingedientes anteriores a cocinar en un tiempo prudente (yo les recomiendo de dos a cuatro años). Luego de eso ponga un poco de emoción, gritos y palabras clichés bata rapidamente. Si tiene un poco de tecnología, agrege la cantidad que desee.

Siga cocinando, pero ahora a fuego máximo. Tendrá que ser cuidadoso, porque la falta de alguno de estos ingredientes variará notablemente el sabor final del plato.

Tal vez tenga la suerte (está bien, bendición) de tener un buen número de personas para agregar a la receta, tal vez tenga la suerte de que (perdón, bendición) de que esta gente sean buenos ingredientes, esto es en el mejor de los casos. Si es así, lo más probable es que el plato final tenga un sabor fuerte, sólo tenga cuidado.

Ponga todo esto al horno cocinando a fuego medio.

Si tiene suerte, a la gente que está a su alrededor le gustará porque, sepa usted, que no en todos los lugares donde este plato se hace es del gusto de la gente.

Les recomiendo que tomen la necesidad de su entorno y vean que es lo que la gente necesita para alimentarse, tal vez así pueda lograr que el plato sea totalmente agradable al paladar y al ojo de quien probará esta "delicatesen".

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A la semana siguiente, la reunión fue en una sede social. Alrededor de treinta personas estaban ahí. Nada mal para la segunda reunión. Mucha gente apoyando el inicio de una nueva congregación (y aquí es donde cambio la palabra "iglesia" por "congregación"). Amigos, indecisos, nuevos creyentes, invitados y los revolucionarios componíamos el grupo. Guitarra y djembé acompañaba la música. Sermones sobre lo que significa ser iglesia fue el menú de, por lo menos, dos meses. Luego la navidad y las actividades para los niños de la comunidad. Resultado: nos hicimos notar en la comunidad. Lamentablemente, esa es un meta mediocre.
Las cosas estaban resultando medianamente bien, pero, si las metas son simplemente reconocimiento de la comunidad en donde está el local de reunión, los términos están confusos. La congregación local es donde nos animamos a vivir una vida junto con Cristo para que el Reino de Dios sea conocido en nuestro alrededor. Digo conocido porque existe la libertad de conocer ese Reino y no aceptarlo.

La meta de lograr el reconocimiento del vecindario donde la congregación se reunía sólo llevó a la frustración. Una sola familia vivía en el sector, por lo tanto, nunca establecimos relaciones con quienes vivían ahí. La frustración llevó al desánimo y el desánimo a la incertidumbre ¿Qué es lo que Dios quiere de nosotros? ¿Son importantes los eventos? ¿Tenemos una visión que seguir o simplemente estamos siguiendo "lo establecido" para lograr "lo correcto"? Creo que fue un año y medio para ver un poco de luz en medio de las penumbras.



lunes, 9 de febrero de 2009


Dentro de todo lo que se escribe hay conciente certeza de que existirán errores. El tan deseado objetivismo no existe. Nuestro yo, experiencias, conocimientos, deseos, moral, etc, todo contamina o, para ser menos derrotista, afecta nuestra vida; por lo tanto, no hay ninguna experiencia pura que pueda salir de nosotros, excepto, una acción de obediencia a Dios en un presente porque, seguramente cuando esa acción pase y la contemos, estaremos poniendo en ella nuestra opinión y demases. Escribo esto para que no se crea que esta es "la verdad", esta es la visión y opinión de alguien que desea poner en palabras las experiencias vividas de un grupo de personas en lo que llamamos iglesia. Lo hago con la voluntad y deseo de ser lo más honesto posible y, a raíz de eso, envio estas letras a quienes, de una u otra forma, han sido parte de esta historia.
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Hay una forma muy simple para definir los cambios: los que se desean y los que no se desean. En el primer caso el síntoma más frecuente es la ansiedad, queremos que las cosas sucedan rápidamente y, tal vez, no hemos pensado en lo que Dios nos depara después de que aquél cambio acontece. En el segundo caso, el síntoma más frecuente es el miedo que viene por nuestra capacidad de imaginar lo que puede o no llegar a ser. El primer o segundo tipo de cambio son sólo eso, cambios, nada más ni nada menos. Somos nosotros, a raíz de nuestras experiencias de vida, los que les agregamos las etiquetas correspondiente de bueno o malo, justo o injusto. La verdad es que no sé si nuestra fascinación por catalogar las cosas le importa a Dios. Para quién se trata de mover dentro de las enseñanzas de Jesús, cada cosa que sucede en nuestra vida, sea o no su voluntad  --voluntad es diferente a control--, se convierte en una ocasión que se debe aprovechar para crecer y llegar a ser como el maestro.

Aquella reunión no varió casi en nada de lo que hacíamos en el otro lugar: canciones, oraciones, reflexiones, la comunión y un sermón; en síntesis, la liturgia completa.  Lo que seguramente variaba era el ánimo de las personas. Mientras unos se sentían más libres, en otros se lograba ver el temor del cambio, de lo nuevo; después de todo, la mayoría se había acostumbrado a estar en un lugar donde nos sentíamos seguros. Me cuestiono qué tan buena puede ser esa seguridad ¿Es una clase de seguridad consecuencia de estar en un lugar cerrado donde nadie molesta y donde quien entra debe llegar a ser como nosotros, un "buen cristiano de domingos? ¿Eso es seguridad? ¿No se parece eso más a un régimen carcelario --de aquellos que vemos en películas-- donde todos se ponen sus trajes a rayas y no se distinguen los unos de los otros? ¿No es esa vestimenta y esa prisión una imagen de nuestro encarcelamiento mental? ¿No es ese mismo traje a rayas con el que se caricaturiza a los locos? ¿No se nos ha tratado de "locos" a los cristianos por ciertas acciones que hasta para algunos hermanos en la fe son incomprensibles? y, por último ¿No habrá sido el enclaustramiento lo que llevo a la gente a vernos como locos, separados de ellos, un mundo aparte con paredes altas?

Al habernos quitado Dios de ese lugar nos encontramos con otro tipo de seguridad, una seguridad que va más allá de sentirnos confiados por tener un edificio donde reunirnos, una seguridad que reside en la palabra misma de que si hacemos la voluntad de Dios, si somos llamados conforme a su propósito, las cosas van a salir bien. No hay lugar más seguro que estar dentro de la voluntad de Dios. Ese es el edificio en el cual debemos habitar, ese es el lugar donde debemos descanzar. En algún momento caí en cuenta que algunos preferíamos que nuestras vidas se parecieran más a un bote que a una casa de reclusión, un bote con las velas extendidas para recibir el viento que va y viene de donde quiere. Hemos extendidos nuestros brazos para decir a Dios: "aquí estamos, sopla y llévanos donde tú y sólo tú quieras". No queremos construirnos un lugar para evitar la interperie, queremos habitar en plenitud el lugar que Él nos dejó para vivir. Después de todo, ni el mismo maestro tenía donde recostar su cabeza pues sabía que, al edificar un lugar, estaría dando pie a quien les seguían para cometer el mismo error que ya habían cometido sus antepasados: creer que sólo en un lugar se puede adorar a Dios. La pregunta cambió completamente, ya no iba a ser "dónde" encontramos a Dios sino que "con quién"se puede encontrarle. 

lunes, 29 de diciembre de 2008

Hace más de un año nos dijeron, amablemente, que estábamos libres para buscar una nueva congregación y que ya no éramos miembros de aquél lugar. Yo, quien escribe este blog, por extrañas "coincidencias" no estuve en el momento en que el aviso se dio. No sé si eso fue bueno o malo, la cuestión es que así fue. Supe que hubo llanto, indignación, frustración y enojo. No hubo defensa ni lugar para hablar, sólo se entregó la información y eso sería. Me dieron aviso de la noticia en la noche, cuando iba camino a mi casa. Estaba medio dormido en un bus y mi celular sonó: "nos echaron". La noticia fue chocante, pero, en cierto sentido, un final esperado. La pregunta fue ¿Qué hago?¿Qué hacemos?

Una semana después nos juntamos en la casa de una de las personas que salió de la anterior congregación junto con otras 15 a 20 personas.  Ls caras no eran de las mejores, había incertidumbre ¿por qué seguir juntos? ¿no es más fácil ir a otra iglesia, una iglesia donde todo esté listo?  Las dos vías eran totalmente distintas, una era fácil e iba directo a estar tranquilos y cómodos en lugares donde no conocíamos mucha gente y en el que, tal vez, si era una congregación más o menos grande, pasaríamos inadvertidos. Este camino nos llevaría a ser espectadores. El otro camino era más difícil. Crear una nueva comunidad, un nuevo lugar donde la gente se encontrara con Dios para entender que, ese lugar, se encuentra en cada uno de nosotros.

Nuestro primer encuentro estuvo llenos de recuerdos, lleno de pensamientos y tristeza cubierta con rabia, dos emociones que no se complementan muy bien. Cantamos con fuerza en una casa llena de personas, llena de ideas y de fuerza. 

Comenzamos la historia buscando lo que Dios quería hacer y, con la firme convicción de que no queríamos cometer los mismos errores por los cuales nuestra antigua congregación se había quebrado.